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sábado, 7 de mayo de 2011

Importancia de la cadencia en la carrera

Cuando vemos a una persona corriendo es fácil distinguir si se trata de un corredor novato o experimentado. La sensación que transmiten al correr quienes empiezan a dar sus primeros pasos en el mundo del atletismo suele ser la de un avance perezoso.

Con la experiencia, el estilo de carrera suele mejorar de una forma espontánea como consecuencia de un proceso de adaptación natural. No obstante, en otros muchos casos se produce un estancamiento desmotivador, a menudo acompañado de lesiones de distinto tipo.

Lo anterior podría ser una descripción bastante fiel de mi propia experiencia cuando ya había conseguido terminar dos maratones, sin otra ayuda que los consejos de los compañeros de fatigas y la lectura de algún artículo en revistas especializadas.

Fue por entonces cuando me dio por contar el número de pasos que dan por minuto los fondistas de élite y comprobé que es de entre 180 y 190. Lo siguiente que hice, ya lo habréis imaginado, es medir mi propia cadencia: 150 pasos por minuto. Supuse que esa era una de las razones por las que tardaba casi el doble que la elite en completar un mismo recorrido. Y no andaba equivocado del todo.

Desde entonces, cada vez que salía a entrenar procuraba ir aumentando la cadencia y tardé poco en habituarme a los 180 pasos por minuto. Eso me permitió descubrir que a igualdad de pulsaciones (como indicador del esfuerzo) se avanza más con cadencias altas. La razón de esta mejora es que al dar pasos más rápidos nos obligamos a llevar los pies más cerca del suelo, mantenemos nuestro centro de gravedad más bajo y, como consecuencia, el impacto de nuestros pies al chocar contra el pavimento es también menor.

La figura adjunta ilustra el mecanismo por el que, a partir de una cadencia alta, se obtienen diversos efectos beneficiosos que son origen, a su vez, de nuevos efectos igualmente beneficiosos para el atleta.




Al cabo de unas semanas el cuerpo se habituará a la nueva cadencia, y podremos correr en modo “piloto automático”. En ausencia de control consciente, el cuerpo tenderá a buscar la mecánica de carrera que le resulte más eficiente.

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